Líneas temporales

¿Qué es el tiempo? Una manera de medir una sucesión de cosas. ¿Qué más podría ser? En el afán del hombre por medirlo todo, no se me ocurre una mejor respuesta. Existen tantas teorías y hay tantas personas que han hablado del tema -científicos, filósofos y todos con una escuela mucho más amplia que la mía- que es difícil decantarse por alguna. Aunque la verdad es que lo que exponen “con todo su conocimiento” no dejan de ser solo teorías porque, a mi juicio, todo en esta vida es cuestión de perspectiva. Me imagino a Einstein sentado en una colina mirando desde lejos pasar un tren, mientras en su mente empiezan a formarse algunas ideas sobre la relatividad. También puedo ver cómo concluye que, cuando las cosas se mueven con mayor rapidez, entonces el tiempo pasa más lento. Y pienso “¿será que tengo que hacer que las cosas pasen con mayor rapidez para que el tiempo no juegue en mi contra?”. Es que el tiempo no corre a la misma velocidad para todo el mundo y yo necesito que marche a una velocidad en la que pueda hacer con efectividad todo lo que me propongo.

Estos últimos días, el tiempo ha sido un factor que no ha jugado a mi favor. He estado obligada a decidir entre escribir o cumplir con el resto de mis obligaciones. He tenido que admitir que cada situación es el resultado de una decisión y que solo puedo escoger una cosa cada vez, que no puedo ejecutarlas todas de manera simultanea, aunque me considere una mujer multitarea.

Llevo dos años leyendo artículos que generosamente regalan tips para escribir mejor, para que una persona como yo pueda convertirse en ese escritor soñado. Cuando estás metida en este cuento vives en la cacería de la receta mágica para el éxito, y más, cuando eres mujer, mamá, esposa, profesional y todavía hija; con un sinnúmero de tareas para cada día. Tengo que planificar a la perfección mi rutina diaria para no fracasar en el intento. Alguna vez leí que para ser un gran escritor había que escribir diez mil palabras diarias. ¡Con lo que a mí me cuesta escribir un artículo o relato cada quince días! Gran parte del día tengo unos ojitos verdes que me miran demandándome tiempo y cuando esos ojitos no están, miro a mi derecha y las tareas laborales se apilan en mi escritorio, me quitan la concentración y, como dijo Stephen King, “ninguna distracción es bienvenida mientras escribes”.

Lo último que he leído es que para ser un buen escritor debes escribir ocho horas al día, ¡sí!, ocho horas, porque las personas exitosas son las que rayan en la obsesión. Isaac Asimov trabajaba ocho horas al día, los siete días de la semana. No descansaba ningún festivo ni fin de semana, y su horario era intocable. Cuando estaba dedicado de lleno a escribir, su media era de treinta y cinco páginas al día. En ese momento pensé que mi aventura de ser escritora había llegado a su fin. ¿Ocho horas? Es algo que no puedo hacer ahora, porque hay que pagar las cuentas y apenas estoy iniciando. Escribir me llena de felicidad pero no llena mis bolsillos de dinero. Quizás lo más sensato sea esperar a la jubilación o rogar que me gane la lotería para dedicar todo mi tiempo a escribir, ¡qué más quisiera! Pero vivo en esta realidad y en este momento. Como estamos hablando de tiempo, también considero que no tiene sentido esperar para hacer algo que me apasiona y dejar para un futuro incierto el placer de deslizar mis dedos sobre el papel. Porque podrían pasar los años y limitarse mis facultades, mi mente podría perderse y todo este deseo de ser una escritora se quedaría solo en eso, en un deseo.

Todo este análisis de las recetas, los tips, los consejos, de las tácticas más apropiadas para acercarme a mi objetivo, me llevaron a verme como Einstein, sentada, mirando no un tren sino mi línea temporal. ¿Qué pasaría si pudiera jugar con mi hijo, leer más de un libro al mes, dedicar ocho horas solo a escribir y hacerlo todo al mismo tiempo?

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Cada persona evalúa el tiempo de una forma diferente y el orden temporal puede ser una ilusión generada por nuestro cerebro. John William Dunne afirmaba que nuestra experiencia del tiempo como algo lineal era una ilusión producida por la conciencia humana. Decía que el pasado, el presente y el futuro eran simultáneos y que solo los experimentamos secuencialmente, debido a nuestra percepción mental. En la mecánica relativista el tiempo depende del punto de referencia donde está ubicado el observador y de si está en movimiento o no. Hasta principios de este siglo se creía que el tiempo era absoluto. La mecánica clásica concebía el tiempo igual para todos los observadores.

Stephen Hawking afirma que el tiempo está formado por tres flechas: la termodinámica, la psicológica y la cosmológica. Las leyes de la ciencia no distinguen entre las direcciones del tiempo hacia adelante y hacia atrás. Sin embargo, estas tres flechas sí distinguen el pasado del futuro. La flecha termodinámica es la dirección del tiempo en la que el desorden o la entropía aumentan. La flecha psicológica es la dirección en la que nosotros sentimos que pasa el tiempo, la dirección en la que recordamos el pasado pero no el futuro. Finalmente, la flecha cosmológica es la dirección del tiempo en la que el universo está expandiéndose en vez de contrayéndose.

Si la flecha psicológica es la que nos ayuda a percibir el tiempo, significa que el presente se encuentra en el pasado y que nuestro cerebro es capaz de editar nuestra percepción del tiempo, adaptando los hechos a nuestra realidad, así que podría estar escribiendo, leyendo, jugando con mi hijo y sentada en una junta muy aburrida, en un mismo lugar pero en líneas de tiempo diferentes.

Organizar todas estás ideas, me hizo pensar en la película del director belga Jaco Van Dormael, Mr Nobody, en la que el protagonista tiene la capacidad de recordar todas sus probabilidades de vida, las cuales ha vivido de una u otra forma, a diferencia del resto de los mortales. No estoy segura de si quiero ser Mr. Nobody o el resto, de lo que sí estoy segura es de que me encantaría vivir sin que el tiempo manejara los hilos de mi existencia. Hacer las cosas que me gustan: escribir, tocar el violín, pintar, viajar… sin sentir cómo el tic tac del reloj me destruye el tímpano.

Mónica Solano

Imágenes de Tanja-Denise SchantzXavi Andrew

6 comentarios en “Líneas temporales

    • Mónica Solano dijo:

      Muchísimas gracias por leerme. Seguiré trabajando en disfrutar con cada palabra que escriba. Como dijo Isaac Asimov «escribo por la misma razón que respiro… porque si no lo hiciera moriría». A veces olvidamos por qué hacemos algunas cosas en nuestra vida, y quizás nos dejamos agobiar más de la cuenta, cuando el truco está en solo dejarse llevar y disfrutar. Gracias por recordármelo 🙂

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  1. Carmen Romeo Pemán dijo:

    Mónica, me ha encantatado cómo nos planteas, con un nuevo punto de vista, el viejo tema del «somos tiempo». Al hacerlo tuyo, consigues que yo lo haga mío, y que los lectores vivan en carne propia lo que otros autores presentan como teorías abstractas.

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    • Mónica Solano dijo:

      Mi Carmen, gracias por tus buenos ojos, siempre me leen con mucho cariño. Mejor que nadie, sabes lo que significa para mi, en estos momentos, la palabra «tiempo», así que me encantan tus comentarios amiga porque es lo que quería trasmitir. Un beso.

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  2. María Jesús Burbano dijo:

    Mónica, interesante tema y complejo el de tu escrito. El tiempo tratado por los ilustres científios que citas nos da a conocer fenómenos de la Física apasionantes y tu los expones muy bien. Pero, realmente, lo que entendemos por el paso del tiempo, la gente que vivimos el día a día lo sentimos y nos influye de un modo constante, cotidiano y dictado por las manecillas del reloj.

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    • Mónica Solano dijo:

      Qué linda reflexión María, gracias por leerme con tanto interés y por compartirnos lo que piensas acerca de un tema tan complejo como el tiempo. Espero seguir despertando tu interés en mis próximas publicaciones 🙂

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