La novela perfecta

Entreabrí los ojos. No veía nada. Hice ademán de tocarme la cara, pero no podía mover las manos. Fui consciente de dos cosas a la vez: una jaqueca que se me venía encima a la velocidad de la luz, y la certeza de que estaba esposado, amordazado y con una venda en los ojos. Una pregunta me sobresaltó.

–¿Ya estás despierto?

Era una voz femenina, pero no pude reconocer a su propietaria. Apreté los nudillos y la mandíbula e intenté moverme. Me hallaba tendido sobre algo blando.

–Siento mucho haber tenido que hacer esto, pero estoy segura de que lo comprenderás, Edward.

La voz se detuvo. ¿Qué puñetas había pasado? ¿Acaso creía que podría contestarle en ese estado? El bombeo en mi cabeza disparaba oleadas de miedo al resto de mi cuerpo. Oí un ladrido. Me pareció el de Killer. Pero, si era mi perro, ¿por qué demonios no hacía nada? ¿De qué me había servido gastar tanto dinero en su entrenamiento?

–Te estarás preguntando qué hacemos aquí.

Tragué saliva. La desconocida me había leído el pensamiento. Siguió hablando.

–Verás, cariño, no encontré otro modo de convencerte. Y mira que lo he intentado.

Un momento… esa voz… ¡Mierda! Había oído esa voz en alguna parte, pero era incapaz de asociarla a un rostro, a un lugar, a un acontecimiento. Escuché tratando de obtener alguna pista sobre lo que me estaba sucediendo.

–Tenías razón cuando me dijiste que en mis escritos faltaba acción. Que eran sosos y aburridos, y que así jamás conseguiría fama. Pero no debiste esperar a acostarte conmigo para desengañarme. Esas no son formas, Edward.

«¿Acostarme con ella? ¿Con quién?» Me esforcé en recordar las caras de las aspirantes a escritoras que habían acudido a mí para que fuera su editor. Buceé con desesperación en mi memoria, pero habían sido tantas mujeres a lo largo de los años que no lograba identificarla. Me arrepentí del poco caso que había hecho a mis conquistas. En el futuro prestaría más atención al tema.

–Pero eso ahora da igual, Edward. Voy a ser famosa. Y tú me vas a ayudar.

«¿Ayudarte?», pensé. «¡La llevas clara! Voy a seguirte la corriente hasta que me dejes salir de aquí. Luego me aseguraré de que nadie, nadie, en el mundo editorial te dirija la palabra. Eso suponiendo que des con un abogado que te saque de la cárcel, que lo dudo». Mi ritmo cardíaco empezaba a normalizarse. Le prometería cualquier cosa.

–Seré tan famosa como Amy Winehouse, Edward. Y, de paso, también crecerá tu fama. Porque los dos vamos a pasar juntos a la inmortalidad.

Empezó a tararear una melodía que me resultaba familiar, mientras yo me preguntaba qué habría querido decir. Otra vez pareció leer en mi mente y me sacó de la duda.

–He estado tantas horas en la sala de espera de tu despacho que al final me he hecho amiga de otra escritora, ¿sabes? Y a ella le contaste el mismo cuento. Bueno, a ella y a otras muchas. Y eso no está nada bien, Edward. No. No está nada bien. Como lo de acostarte con todas nosotras.

Oí el correteo nervioso de Killer. Comprendí que nos separaba una puerta cerrada.

–Verás, Edward, he escrito la novela perfecta –remarcó “la” de forma exagerada–. Y la he dejado en una empresa de mensajería para que se la lleven a mi amiga dentro de una semana. Es el tiempo que necesito para que todo se desarrolle sin complicaciones.

Seguía sin adivinar adónde quería llevarme esa loca. Algo en su tono hizo que se esfumara la frágil tranquilidad que había conseguido unos momentos antes.

–Te va a encantar el argumento, Edward. Una mujer con talento escribe una novela y la lleva a un editor. El editor es incapaz de apreciar su arte y le dice que la novela es anodina, que nadie pasaría del primer capítulo. Pero se lo dice después de haberle dado falsas esperanzas. Y todo para conseguir llevársela a la cama. La chica entonces escribe otra historia. Una basada en hechos reales, que todavía no se han producido, pero ella sabe que sucederán. Porque ha planeado todo lo que va a ocurrir. Y lo deja novelado para que le llegue a otra persona que se encargará de la publicación cuando todo acabe. ¿Verdad que es original, Edward?

Me dieron ganas de reír. ¿Original? Seguro que la novela era un topicazo de esos donde el secuestrado comprende que la secuestradora es el amor de su vida, o alguna gilipollez de ese estilo.

–Dentro de poco te quitaré la mordaza y la venda. Podrás gritar si quieres, pero no te oirá nadie. No hay ni un pueblo ni una casa cerca de aquí. Si giras un poco el cuello a tu derecha, podrás notar que hay algo. Es un bebedero. No quiero que te mueras de sed. Tienes agua para una semana, igual que tu perro. Siento no haber hecho lo mismo con la comida. Lo siento sobre todo por Killer –la mujer se puso a tararear otra vez la misma musiquilla mientras parecía moverse por la habitación Y ahora te voy a contar el final de la novela. La escritora secuestra al editor y planea un crimen perfecto. Lo encierra en un lugar solitario y lo deja atado sobre una cama. Su perro está en la habitación de al lado. A ella no le ha costado trabajo drogarlos para llevarlos a ese sitio tan alejado.

Sentí un tirón en la cara y me chupé los labios, libres de la mordaza. Unas manos desataron la tela que me cegaba.

–El final es mejor que lo veas por ti mismo. ¡Te va a encantar!

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Eso fue hace dos días. Sigo atado a la misma cama. A la derecha está esa especie de bebedero. A la izquierda, el tic-tac de un temporizador acompaña a mis nervios. Ella lo giró para que yo no pudiera ver los números, pero sé que cuando suene se desbloqueará la cerradura de la puerta. Encima de mí veo una hamaca colgada cerca del techo. En el suelo, al lado de la cama, están tirados la escalera de mano que ella usó para llegar allá arriba y el cuchillo con el que se abrió las venas. Estoy bañado en su sangre. No sé bien en qué momento exacto ha muerto, pero ya da lo mismo. Oigo gimotear a mi perro en el cuarto de al lado.

Cuando suene el temporizador, la puerta se abrirá. Los coágulos que bañan mi abdomen huelen a óxido. De golpe me viene a la memoria la melodía que tarareaba esa loca. Era la sintonía de Juego de Tronos. Y las idas y venidas de Killer, como siempre que tiene hambre, son cada vez más frenéticas.

Adela Castañón

Imagen de Steve Bidmead. Pixabay

8 comentarios en “La novela perfecta

  1. Mónica Solano dijo:

    Ay amiga, se me erizaron todos los pelitos de la piel. Me encantó 🙂 Es una historia redonda y, como bien dice uno de tus personajes: «perfecta». Tienes un imaginario increíble. Mira que aprovechar una escena, que a muchos fanáticos de GOT nos dejó sin aliento, para darle vida a este relato, es fantástico. Besos.

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    • Adela dijo:

      Muchas gracias, Mónica. Tomar ideas de otros autores pero aplicándolas a tu estilo o a determinados relatos puede ser un buen recurso, o eso creo. ¡Me alegra que te haya gustado ese pequeño truco!. Un beso enorme 🙂

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